Miguel Ángel Asturias
Infolector
Clarivigilia primaveral
A la luz de los oropensantes-luceros
Castigo de profundidades
Sí, pero no magia…
Ombligos de sol y copales preciosos
Mágicos-hombres-mágicos
Artesanías ocultas
Los cazadores celestes
La cacería
Fechas de piedra
Andaraiz de la flor del aire
El baile de las quimeras
Autor
“Historias – sueños - poemas” llamó Paul Valéry a las Leyendas de Guatemala y eso mismo cabe decir de Clarivigilia primaveral, historia-sueño-poema, en el que Miguel Ángel Asturias —Premio Nobel de Literatura 1967— evoca la creación de los artistas por los dioses mayas, apartándose en un todo de los textos conocidos. Pero estos primitivos artistas son destruidos, según este poema que en sí es una leyenda, por fuerzas terrígenas enemigas de artes y magias. La tierra es sometida al castigo del fuego y el agua, y cuando siglos más tarde renace, la expresión de la belleza artística se confía, en pintura, a las aves de bello plumaje, en música y canto a los pájaros de garganta prodigiosa y en escultura, a peñascales y piedras con forma de animales. Los dioses mayas al darse cuenta que todo aquello es muy bello, pero que no tiene magia, crean de nuevo a los artistas o encargados de las magias y para que no puedan ser destruidos, los colocan en las cuatro extremidades del cielo. Pero estos artistas sólo se ocupan de halagar a los dioses, de crear obras al sabor y gusto de las divinidades, con olvido del hombre. Y esto hace que por segunda vez aquellos artistas creados por los dioses estén a punto de ser destruidos. Fuerzas celestes los persiguen, los hieren y es entonces que de las artes heridas surge el arte humanizado, el arte de todos para todos. En este poema-leyenda encontramos juegos de palabras, onomatopeyas y mitos trasladados a lo épico dentro de una concepción cada vez más americana, más propia, más auténtica, sin relación con las literaturas europeas.
Miguel Ángel Asturias
Clarivigilia primaveral
Miguel Ángel Asturias, 1965
A LA LUZ DE LOS
OROPENSANTES-LUCEROS
CASTIGO DE PROFUNDIDADES
ALGUIEN,
alguien le ganó de garra…
¿El Cazador del Aire?
Alguien,
pero no el Cazador del Aire.
Oídos ocupados, manos ocupadas,
donde pone el oído pone la mano,
el Cazador del Aire…
Barrancos ocupados, nubes ocupadas,
donde pone el barranco pone la nube
el Cazador del Aire.
Alguien le ganó de garra…
Cazador del Aire
es sólo el eco.
Alguien existente,
corpóreo.
Alguien de barro sin cocer,
pupilas de agua vidriada,
dientes pintados de azul,
pómulos brillosos,
dedos de cactus con espinas,
boca sin palabras.
Alguien anterior a la palabra,
alguien de barro sin cocer,
alguien de arcilla pétrea,
cara de vasija con ojos
y adornos mágicos de huesos de cometa
en las orejas, los antebrazos,
la cintura, los tobillos.
Su habla, el movimiento de sus plumas.
Idioma de plumas de colores.
Guerreador tempestuoso,
faz a faz de su escudo,
faz a faz de sus flechas,
habla con el movimiento de sus plumas:
“El Ambimano Tatuador
y los que con él tenían crianza de mundos,
perecieron a manos del que duerme bajo las
acacias…
(…yo duermo bajo las acacias…)”.
"El Ambimano Tatuador
y los que con él tenían crianza de mundos de sueño,
perecieron en las garras del que aúlla
para sangrar el silencio de la noche…
(… yo aúllo para sangrar el silencio de la noche…)”.
“El Ambimano Tatuador
y los que con él tenían crianza de mundos de sueño
en remojo de agua de ciego,
perecieron en las fauces del que resplandece
por sus blancos colmillos de solsticios…
(… yo resplandezco por mis colmillos de solsticios…)”
Muertes, destrozos,
despedazamientos, mutilaciones…
Restos de escalinatas, trenzas de piedra
pintadas de azul con cielo fresco…
Fragmentos de grecas urdidas
con hilo de saliva de laberinto…
Plazas ceremoniales…
Máscaras parlantes
y anillos de alabastro
en los Juegos de Pelota…
Vestuarios donde se desvestían árboles…
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