martes, 26 de marzo de 2019

El Secreto de la Gestión del Tiempo

David Valois

Rama: Administración

Extracto tomado del libro 'El Secreto De La Gestión Del Tiempo'

El 20% de lo que haces te da un 80% de beneficios. • Si te fijas en los primeros puestos de cualquier ranking, las primeras posiciones, o sea el 20%, se llevan el 80% de los puntos. Por ejemplo: la típica lista de los 10 deportistas mejor pagados. Las primeras posiciones que ocupaban hace poco un piloto de Formula 1, un golfista y un jugador de basket, se llevaban el 80% del total. A otro nivel, si entras en las nóminas de cualquier empresa, habrá una minoría de trabajadores estrella que se llevarán todo.

Y sigue, prueba a sacar tus propios ejemplos.

Deja de pensar 50/50

El equilibrio no existe. Cuando te des cuenta de esto, cambiarás tu forma de actuar. El éxito proviene de sólo unos pocos factores. Se trata de reconocerlos. Esa autopromoción en forma de mandar tu CV a ese listado de sitios puede ser lo que dispare tus ganancias. Eso y solo eso.

Muchos consiguieron su mejor trabajo así. No es una pobre educación, ni un entorno de fracaso familiar, ni un pobre rendimiento, ni un ciclo económico en crisis lo que aleja del éxito: Es no distinguir los 2 o 3 factores ÚNICOS en los que hay que concentrar todo el esfuerzo.

Olvídate de tu variopinto entorno de cosas por hacer. Hay en estos momentos un par de factores, que pueden cambiar tu vida si te vuelcas en ellos…así que atención a esa vocación tuya que tanto dominas o a esa tendencia en el consumo que observas.

Pueden ser clave. El 20% de que te dará el éxito. Piensa 80/20. Pregúntate continuamente que 20% te dará el 80% de los resultados. No se trata de trabajar duro, sino inteligentemente. Olvida el sentimiento de culpa por no trabajar 10 horas. 3 horas focalizadas en lo más importante pueden hacer mucho más que 3 días de trabajo normal. El 80% de tus resultados vendrá del 20% de tu trabajo. Así que corta con el 80% de actividades restantes. Pregúntate si dan un alto valor y sino elimínalas. Así de sencillo. ¿Si hay caza mayor, porque vas a por la caza menor?

Nos han entrenado para pensar linealmente: causa y efecto. Rendimiento medio para resultados medios.

Pero es concentrándonos en lo importante y casi invisible lo que nos proporciona los éxitos. Si el 80% de los beneficios proviene del 20% de los clientes. Invirtiendo más tiempo en una relación estrecha y en mejorar el servicio se puede mantener cualquier negocio de por vida.

Por ejemplo, si analizas inteligentemente, fijándote más en el beneficio que en la facturación, a lo mejor acabas desprendiéndote de clientes que facturan mucho, y generan más trabajo, para concentrarte en otros que dan menos trabajo y dan más beneficio. Coge un listado de clientes y analiza quienes dan el 80% de resultados. Sólo serán unos pocos. Elimina la parte de clientes restante, salvo nuevos clientes de potencial futuro. Ahorrarás un 80% de trabajo que podrás invertir en ganar aún más con el 20% de clientes importantes. Puedes eliminar enormes costes de producción. Pocos se atreven, pero la realidad demuestra que con estas medidas los beneficios se disparan. A los buenos clientes no les importa lo que hagas con tu tiempo, sino con el suyo. Invierte ese tiempo ganado en sorprender al cliente con un servicio exquisito. Que los comerciales inviertan más tiempo en asesorar mejor al cliente y los de producción diseñen mejores productos y más personalizados. Potencia ese 20% de tu lista y recuerda que cualquier producto solo necesitará ser un 10 % mejor para generar un 50% más de ventas.

Lo mismo vale para el rendimiento de las personas: el 20% de los vendedores proporciona el 80% de las ventas. Los malos tendrán mil disculpas, que si la zona, que si la economía, que si la competencia, pero tu sabrás a que atenerte.

Si eres un FreeLancer y cobras por algunos trabajos 100 $ y por otros 300 $ con una aproximada inversión del tiempo. Elimina los de 100 y mejora los de 300 en el tiempo sobrante. Ordeña las vacas, no a los ratones.

¿Por qué nadie sigue el 80/20?

Cuando los negocios se vuelven complejos fracasan. Pero los ejecutivos adoran la complejidad y se empeñan en diversificar y cambiar el negocio por muy bien que éste funcione. Necesitan demostrar continuamente sus habilidades y su ingenio para seguir en nómina. La complejidad les estimula y les desafía intelectualmente. Pero el coste de la complejidad sale caro.

Fallos en la comunicación, dilación en el lanzamiento del producto, problemas de calidad y desmotivación del personal por no saber que rumbo seguir. El resultado son negocios fracasados y más politiqueo para mantenerse en el puesto. Un sistema perverso. Un sistema que premia la complejidad.

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