domingo, 24 de marzo de 2019

El objeto de Tallín

Philip Mantle

Categoría: Ufología

[Extracto del libro 'Expediente Soviet UFO']

Nikolay Nikolayevich Sochevanov murió en 1996. Era académico de la Academia de Ciencia y Cultura de Rusia, experto en Geología y Mineralogía. También era un investigador experto en Radiestesia. Gracias a sus esfuerzos pudimos llegar a saber lo que hoy conocemos sobre el objeto de Tallín.
En 1984, un visitante de Estonia viajó a Moscú. Era inventor y un antiguo conocido de Sochevanov que trajo una pieza de un material denso de color plateado y algunos datos sorprendentes. A mediados de los años sesenta, Virgo Mitt, que vivía en un poblado cerca de Tallín, cavaba un pozo en su patio. Alrededor de los tres metros de profundidad, los excavadores se encontraron con un obstáculo metálico. Se trataba de un objeto muy sólido. Tras seguir excavando, encontraron el borde de una placa. Ese borde perforó un 

poco el eje del taladro. El grosor de la placa en ese lugar era menor de dos centímetros. Sin embargo, el taladro no podía penetrar el metal. Tuvieron que llevar un compresor. Con un martillo picador neumático, los trabajadores pudieron desprender un trozo del borde que sobresalía.
Enviaron la pieza a Tallín, y dos institutos de investigación científica llegaron a resultados muy contradictorios. Uno de los institutos afirmaba que la pieza era una aleación de composición compleja, mientras que los científicos del otro instituto aseguraban que se componía simplemente de hierro fundido.
Los estonios pidieron a Sochevanov que organizara un programa para analizar una muestra del objeto en los mejores laboratorios de Moscú. La cortaron en varias láminas delgadas con sierras de diamante. Durante el proceso, dos de las sierras se rompieron, al parecer por la gran solidez de la muestra. Se determinó que la muestra tenía una microsolidez que variaba entre los trescientos treinta y mil quinientos kg/mm según el Vsesoyuzniy Institute Aviatsionikh Materialov (VIAM) (Instituto de Materiales de Aviación de la Unión).
La muestra parecía ser de un metal denso color plateado. Las láminas que se obtuvieron de ella se analizaron en el Instituto de Ingeniería Física de Moscú, en el Instituto de Materiales Minerales en Bruto de la Unión, en el VIAM y en varios otros laboratorios. Según Sochevanov, los principales científicos soviéticos —como el profesor Mitin, importante experto en metalurgia de polvos— no tenían dudas sobre el origen extraterrestre del objeto. El académico Kishkin, después de ver los resultados del VIAM, declaró que no conocía ninguna aleación similar en uso en tecnología aeronáutica. Las aleaciones que se utilizan en este ámbito deben ser resistentes al calor y poseer una buena resistencia a la ebullición de mezclas de ácidos de cualquier concentración.
Kishkin también le dijo a Sochevanov que ni los mejores laboratorios soviéticos ni tampoco los estadounidenses, japoneses o alemanes podían producir aleaciones como esa. En los laboratorios de Moscú se sometió a la aleación a un proceso de pruebas muy exhaustivo. Los científicos están de acuerdo en un punto: el material no es de origen terrestre ni proviene de un meteorito.
Además, los investigadores que integraban los equipos de los laboratorios no conocían detalles sobre la muestra, solo los principales científicos sabían toda la historia.
Después de obtener los primeros resultados de las pruebas, Sochevanov se interesó mucho por el asunto y viajó de Moscú a Estonia. Allí, por medio de sus técnicas radiestesicas, obtuvo algunas respuestas. Concluyó que definitivamente había un objeto en el suelo que produce una poderosa zona anómala. El objeto mide aproximadamente quince metros de diámetro y pesa unas doscientas toneladas. Lo más probable es que se trate de un disco, ya que es más angosto hacia los bordes. En la sección central llega a los cuatro metros de altura. La porción principal está tendida horizontalmente en el suelo a un ángulo de 35 grados; un tercio del objeto está estirado en el suelo debajo de la casa. En los lugares que se encuentra más cerca de la superficie está a tres o cuatro metros de profundidad; donde está más lejos, se encuentra a 15 metros.
Sochevanov reunió los resultados de los análisis y, junto con sus conclusiones personales, los envió a la Comisión Militar-Industrial del Consejo de Ministros de la Unión Soviética. Allí recibieron los papeles con una actitud severa: se estableció una prohibición para todas las publicaciones relacionadas con el asunto y se solicitó un informe más detallado. Según Sochevanov, se envió un informe detallado a la Academia de Ciencias de Rusia. ¿Se trataba del mismo informe detallado que había solicitado el Consejo de Ministros? De ser así, ¿fue el Consejo o Sochevanov quien lo envió a la Academia de Ciencias?
De allí, el informe llegó al Instituto Geológico de Estonia. Se emitió una orden para excavar el objeto. No se reveló quién dio la orden y tampoco se asignaron fondos a la tarea. Pasado un año, no se había realizado ningún trabajo.
Entonces, una compañía local intentó extraer el objeto. Sochevanov describió sus esfuerzos como torpes y mal dirigidos. Como resultado del intento, se demolió la casa y se destruyó el terreno. Los encargados se negaron a utilizar el plano de Sochevanov. La consecuencia fue que no se recuperó nada. Los geólogos del lugar no querían hacer excavaciones, pero hicieron perforaciones en la dirección equivocada. Sin embargo, varios expertos realizaron estudios en el lugar con aparatos y dispositivos científicos. Los resultados obtenidos confirman las conclusiones de Sochevanov, pero nadie utilizó jamás esos hallazgos.
Sochevanov disipó los rumores persistentes sobre el objeto misterioso. Según él, las únicas personas que murieron en relación con el asunto fueron el dueño de la casa —que había estado enfermo durante mucho tiempo— y un asistente del director del Instituto Geológico, cuya muerte no tuvo absolutamente nada que ver con las excavaciones.
Sochevanov estaba seguro de que la aleación podía ser muy prometedora si se recuperaba y se utilizaba en la producción industrial. Sin embargo, Estonia es pobre, y pocos en Occidente sabían sobre el objeto.
¿Hay una nave extraterrestre atrapada en el suelo de Estonia? ¿Es posible que lo que se encuentra enterrado allí sea un legado del fin de la Unión Soviética, un artefacto siniestro pero de origen humano? El objeto de Tallín provocó mucha controversia en el ámbito de la ufología rusa y seguramente seguirá haciéndolo en los próximos años.

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