sábado, 23 de marzo de 2019

Libro: Empiezo A Recordarte

Noe Casado

[Narrativa Erótica]

 Sinopsis

A nadie le sienta bien que le den plantón, pero solo duele la primera vez. Para cuando vuelve a ocurrir, uno ya está anestesiado.

1

Pierce, ante esas palabras con segundas, sacó del bolsillo el anillo con el que le había pedido matrimonio y se lo dio. 
—Haz lo que te venga en gana. Guárdalo, tíralo o véndelo, y deja ya de tocarme los cojones con el temita, ¿de acuerdo? 
—Mmm, vale. Pero antes tengo que decirte algo... —musitó, sentándose a horcajadas sobre él y dejando que sus pezones entraran en contacto con su torso, algo que por supuesto a él le encantó—. Tu hermana... 


—¿Qué pasa con Portia? —inquirió preocupado. 
—Está buenísima. Mmm, rubia natural, un cuerpo de escándalo... Uf, me ha puesto como una moto. 
Pierce entrecerró los ojos. Eso era tocarle la moral y lo demás tonterías. 
—¿Le has tirado los tejos a mi hermana? 
—Casi, pero no, tonto —dijo. Le acunó el rostro para darle un beso largo, sensual y sonoro y después se echó a reír ante la cara de preocupación de él—. Y
ganas no me han faltado. 
—Mejor, porque no me hace ni puta gracia que te líes con Portia. Y deja de
marear la perdiz y vamos al lío —añadió impaciente, sujetándola de las caderas; ella respondió contoneándose de tal forma que Pierce siseó a medio camino entre el placer y el sufrimiento. 
—Pues bien que te gusta mirar cuando quedo con Albertine —le recordó sugerente y él puso cara de inocente—. Aunque tengo la sensación de que ya no jugaremos más... 
Pierce apartó la cara de sus tetas y la miró a los ojos. 
—¿Y eso? —inquirió curioso, pues cada vez que la rubia iba de visita, recordaban viejos tiempos y pasaban buenos ratos los tres. 
—Creo que entre tu secretaria y ella hay tema, ¿no te has fijado cómo se miraban? 
—Joder... —masculló—. Lo que me faltaba. 
—No seas bobo —lo regañó Séverine y para que se olvidara de todo menos de ella, enredó los dedos en su pelo y lo acercó de nuevo a su delantera. 
Pierce no desaprovechó la ocasión y comenzó a chuparle los pezones al tiempo que con sus manos maniobraba para quitarle el tanga, lo cual le costó más de lo normal, ya que ella estaba atareada en sus cosas, es decir, desabrochándole los pantalones. 
Él se dejó caer hacia atrás en la impresionante cama de una de las suites de Nuage Noir de la torre norte, de tal modo que todo empezó a desarrollarse mucho mejor. Séverine se ocupó de sus pantalones y él de que sólo llevara el collar de perlas alrededor del cuello. 
—Te voy a devorar vivo —ronroneó humedeciéndose los labios antes de posarlos sobre su cuerpo y empezar a cumplir, con dedicación y precisión, su
promesa. 
Pierce cerró los ojos ante el primer y prometedor contacto de una lengua juguetona sobre su abdomen. Sin duda un excelente punto de partida. Y, sin perder la sonrisa, un tanto bobalicona, a medida que ella se movía sobre su cuerpo pensó que a lo mejor un rechazo nunca había sido tan productivo, pues Séverine, a la hora de utilizar la boca con fines sexuales, siempre lo dejaba satisfecho y relajado. 

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