domingo, 17 de marzo de 2019

Libro: Ikigai Esencial

Ken Mogi

Categoría: Autoayuda y Superación

Ikigai es un término japonés para referirse a los placeres y el sentido de la vida. La palabra se compone de iki (vivir) y gai (razón).

En japonés, ikigai se usa en varios contextos y es aplicable tanto a los detalles de la vida cotidiana como a los grandes objetivos y logros. Es un término tan común que la gente lo utiliza habitualmente bastante a la ligera, sin ser consciente de su especial significado. Lo más importante es que, para tener ikigai, no es necesario el éxito profesional. En este aspecto es un concepto muy democrático, celebra la diversidad de la vida. Cierto que tener ikigai puede conducir al éxito, pero este no es una condición indispensable para aquel. El ikigai está al alcance de todos.

Para el dueño de un exitoso restaurante de sushi como Jiro Ono, un elogio del presidente de Estados Unidos es una fuente de ikigai. Su reconocimiento como el chef con tres estrellas Michelin más anciano del mundo seguro que ha fortalecido su ikigai. Sin embargo, este no se agota en obtener el reconocimiento y la aclamación de todos. Ono es capaz de encontrar ikigai simplemente sirviendo el mejor atún a un cliente sonriente o notando el aire fresco por la mañana temprano, cuando se levanta y se prepara para ir al mercado de pescado de Tsukiji. Es incluso capaz de encontrar ikigai en la taza de café que toma antes de empezar la jornada o en un rayo de sol que se cuela entre las hojas de un árbol mientras va andando hasta su restaurante del centro de Tokio.

En una ocasión, Ono dijo que desea morir preparando sushi. Evidentemente, su preparación le aporta un profundo sentido de ikigai, a pesar de que requiere muchos pequeños pasos intrínsecamente monótonos y que consumen bastante tiempo. Por ejemplo, para que la carne de pulpo sea blanda y sabrosa, tiene que «masajear» una hora el cefalópodo. La preparación del kohada, un pescadito considerado el rey del sushi, también requiere mucha atención, porque hay que quitarle las escamas y las tripas, además de conservarlo en un marinado perfectamente equilibrado en sal y vinagre. «Tal vez mi última elaboración de sushi sea de kohada», ha dicho.

El reino del ikigai está en los detalles. El aire matutino, la taza de café, el rayo de sol, el masaje al pulpo y la felicitación del presidente estadounidense se encuentran en un plano de igualdad. Solo quienes saben reconocer la riqueza de todo su espectro lo aprecian y disfrutan verdaderamente.

Esta es una importante lección de ikigai. En un mundo donde nuestro valor como personas y el concepto que tenemos de nuestra propia valía viene determinado básicamente por el éxito, mucha gente se encuentra innecesariamente sometida a presión. Tal vez nos parezca que nuestro sistema de valores, sea cual sea, solo es válido y está justificado si se traduce en logros concretos: por ejemplo, un ascenso o una inversión lucrativa.

Bueno, ¡tranquilos! No hace falta ponerse a prueba así para tener ikigai, una razón por la que vivir. No digo que vaya a ser fácil. A veces tengo que recordarme esta verdad, aunque nací y me crie en un país donde el ikigai es un conocimiento más o menos asumido.

En una TED talk titulada «Cómo vivir más de cien años», el escritor estadounidense Dan Buettner trató el ikigai como un sistema de valores para la buena salud y la longevidad. En el momento de escribir estas líneas, la charla de Buettner ha sido vista más de tres millones de veces. Buettner explica los estilos de vida de cinco lugares del mundo, cuya población es más longeva. Cada «zona azul», como las llama Buettner, tiene una cultura propia y tradiciones que contribuyen a la longevidad. Son las siguientes: Okinawa (Japón), Cerdeña (Italia), Nicoya (Costa Rica), Icaria (Grecia) y la comunidad de Adventistas del Séptimo Día de Loma Linda (California). De todas ellas, la de Okinawa es la de mayor esperanza de vida.

Okinawa es una cadena de islas de la zona más meridional del archipiélago japonés. Allí se jactan de tener un montón de centenarios. Para explicar en qué consiste el ikigai, Buettner cita a sus habitantes: un maestro karateka de ciento dos años le dijo que su ikigai era su amor por las artes marciales; un pescador centenario le explicó que el suyo consistía en seguir pescando para su familia tres veces por semana; una mujer de ciento dos años respondió que el suyo era abrazar a su trastataranieta (comentó que era como saltar al cielo). En conjunto, estas sencillas opciones de estilo de vida dan pistas sobre lo que constituye la esencia misma del ikigai: sentido de comunidad, dieta equilibrada y conciencia de la espiritualidad.

Aunque quizá sea más evidente en Okinawa, toda la población japonesa comparte estos principios. No en vano la tasa de longevidad en Japón es extremadamente alta, en todo el país. Según una encuesta del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de 2016, en comparación con otros países y regiones del mundo la longevidad de los hombres japoneses ocupa el cuarto lugar (con una esperanza media de vida de 80,79 años) después de Hong Kong, Islandia y Suiza. La de las mujeres japonesas ocupa la segunda posición mundial (con una esperanza media de vida de 87,05 años) después de Hong Kong y seguida por España.

Es fascinante ver hasta qué punto el ikigai es connatural a muchos japoneses. Un estudio fundamental sobre los beneficios para la salud del ikigai llevado a cabo por investigadores de la facultad de Medicina de la Universidad de Tohoku,[1] en el norte de Japón, con un gran número de sujetos, permitió a los investigadores establecer correlaciones estadísticamente significativas entre el ikigai y dichos beneficios.

En este estudio se analizaron datos de otro, el estudio de cohorte del Seguro Nacional de Salud de Ōsaki, llevado a cabo durante siete años. Se distribuyó un cuestionario a 54.996 beneficiarios del Centro de Salud Pública de Ōsaki (que da cobertura sanitaria a los residentes de catorce municipios) de edades comprendidas entre los cuarenta y los setenta y nueve años.

Ken Mogi fue el primer japonés en hacer un TED-talk, en marzo de 2012. Ha publicado más de treinta artículos sobre cognición y neurociencias, y más de cien libros, solo en Japón, que no se limitan a la ciencia del cerebro, sino que incluyen divulgación científica, ensayos, crítica y autoayuda, así como filosofía, historia, arte, educación y lingüística. Sus obras han sido empleadas a menudo como fuente para los exámenes de ingreso a la universidad. Con Cerebro e imaginación fue galardonado en 2005 con el premio Hideo Kobayashi, y en 2008 obtuvo el Takeo Kuwabara con De aquí a todas partes. Sus libros han vendido cerca de un millón de ejemplares.

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